traiciona. suya es la vanidad; extravía a la gente, encubre las cosas, misteriosamente acaba con
todo. en compañía de sus amigos, los sabedores del discurso, arroja al fuego los códices para justificarse. bajo su mirada
cómplice, insolentes las alegradoras saquean nuestra riqueza. la desesperanza suplanta a los dioses, no tenemos en quien creer. huerfanitos somos; sin voz,
sin flor, sin canto: expulsados de la pirámide que alguna vez
construyéramos, sentimos la piedra en el rostro que la infamia
lanza y, mientras descendemos a la triste oscuridad de nuestra
existencia, el corazón pregunta: ¿acaso habrá una aurora para
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moctezumas segundos
Fernando Vega y Gómez
para jaime g. velázquez
allá arriba en la pirámide, el pér- fido príncipe en- loquecido de po- der y deslumbra- do por el oro, nos